“Al realizar cualquier nueva acción, incluido el estudio de cualquier materia, o estar de viaje en otros contextos distintos a los que normalmente se desenvuelve la persona, el cerebro crea nuevas conexiones. Cuantas más conexiones tenga una persona, más herramientas tendrá para la adaptación a nuevas experiencias e incluso para saber responder, en menor tiempo, a problemas que se le planteen a lo largo de su vida “, explica el Dr. Fernando Miralles, Profesor de Psicología en la Universidad CEU San Pablo.
Esta misma teoría la defiende el psicólogo Jaime Burque, que nos cuenta lo siguiente: “Cuando viajamos, nuestro cerebro sale de su “zona de confort cognitiva” y tiene que enfrentarse a escenarios diferentes: nuevos estímulos, cambios y problemas inesperados, sensaciones nuevas… Un cambio total en las rutinas de nuestra mente, que provoca, a su vez, que nuestros niveles de atención, solución de problemas, imaginación o incluso habilidades interpersonales aumenten de manera significativa”.
¿QUÉ DICEN LAS INVESTIGACIONES?
Por ahora, la sensación de sentirnos más inteligentes tiene mucho de real. Pero hay aún más buenas noticias para quienes teníamos esta intuición, en forma de múltiples estudios que así lo corroboran. En uno llevado a cabo por la Kellogg School of Management, en Illinois, los investigadores notaron que los estudiantes que habían vivido en el extranjero tenían más probabilidades de resolver un problema creativo complicado que aquellos que nunca habían salido de su país. El trabajo concluía que “la experiencia de otra cultura dota al viajero con una valiosa apertura de mente, haciendo más fácil para el mismo darse cuenta de que una misma cosa puede tener más de un significado “.
En la misma línea van las investigaciones de la Singapore Management University , que evidencian también que las personas que más experimentan otras culturas son más capaces de generar ideas creativas y de establecer enlaces más inesperados entre conceptos.
Pero ¿podría ser que lo que suceda es que quienes están inclinados a viajar son más creativos de por sí ? Según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Florida , no. Durante el mismo, se repartieron tareas que requerían de pensamiento creativo para ser resueltas a tres grupos de alumnos/as: a los que ya habían estudiando fuera, a los que estaban planeando hacerlo y a quienes no tenían pensado salir del país. ¿La respuesta? Aquellos que habían viajado consiguieron mejores resultados que los otros dos grupos.
¿POR QUÉ VIAJAR AFECTA POSITIVAMENTE A LA RESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
Burque lo explica así: “Cuando nos vamos de viaje, aumenta lo que se llama la “flexibilidad cognitiva”, es decir, el cerebro debe moldearse de manera eficaz a los cambios que se producen a su alrededor, lo que a su vez mejora nuestra capacidad de atención, receptividad, imaginación y creatividad. Además, el hecho de estar en contacto con otros ambientes, personas o culturas diferentes aumenta también nuestra mente abierta y tolerancia ante nuevas situaciones. ¿Consecuencia final de todo lo anterior? Que nuestra capacidad para resolver problemas aumenta de manera significativa”.
Asimismo, el experto añade: “Además, el viajar nos llena de fortalezas psicológicas como la humildad, la creatividad, la apreciación de la belleza, la curiosidad o la pasión por aprender, lo que hace que nuestro cerebro se vuelva una esponja, asimile al máximo y esté abierto a nuevas experiencias en la vida. Por otro lado, el hecho de viajar puede aumentar nuestra atención plena a cada momento presente, lo que se traduce en que el ordenador de nuestro cerebro esté al 100% en cada situación, exprimiendo al máximo sus capacidades”.
El Dr. Miralles también se muestra de acuerdo con esta cambio a mejor de nuestras capacidades: “La adaptación y la comprensión a otras culturas y formas de entender la vida, así como, la apertura al cambio serían tres factores psicológicos que se varían alterados positivamente”, enumera.
Pero no es eso todo lo que influye en que nos sintamos más contentos con nuestro desempeño intelectual cuando nos vamos de viaje o al volver del mismo. Nos lo explica Burque: “Viajar también disminuye miedos y estrés, por un lado, y por otro, nos relaja y nos hace estar alegres, provocando que nuestro balance emocional (la proporción de emociones positivas que tenemos al día por cada emoción negativa) aumente. Cuando aumenta, se dice que las personas “florecen”, como si de plantas se tratase. Así, se produce un efecto dominó en todas las áreas de nuestra vida, también a nivel cognitivo, con un aumento de capacidades como el rendimiento, la creatividad y el análisis de problemas. Por último, viajar también aumenta nuestra perspectiva y nos ayuda a relativizar y, por lo tanto, a analizar con más objetividad las circunstancias que nos rodean”.
¿SON QUIENES VIAJAN MÁS INTELIGENTES?
Entonces, hablando claro: ¿Somos o no más inteligentes quienes viajamos? Miralles responde así: “Actualmente, no podemos hablar de sólo una inteligencia general, pues estudiamos hasta ocho tipos de inteligencias ; no obstante, sí podríamos afirmar que las personas que realizan viajes podrían obtener una mayor inteligencia interpersonal (al poder empatizar más con las personas que tienen formas distintas de entender la vida y al tener más información para poder valorar su estilo de vida) “.
Burque, por su parte, nos compara las vacaciones con un “gimnasio mental” : “No creo que quien viaja sea más inteligente que quien no lo hace, pero si el cerebro es un músculo, viajar es como ir al gimnasio. Es decir, viajar tonifica en muchos aspectos el “músculo” de nuestro cerebro (creatividad, resolución de problemas o atención plena) , provocando que rinda mejor en la vida “.